jueves, 11 de diciembre de 2025

Época prestada


Declaro —sin firmas ni testigos—
que no voy a reducir mi vida
al tamaño de los miedos ajenos.
Que no voy a agachar la voz
cuando la verdad me arda en la lengua.
Que no voy a disfrazar la dignidad
para que nadie se sienta cómodo con mi brillo.
Prometo honrar la herencia silenciosa
de los que resistieron sin publicidad,
de los que hablaron con gestos,
de los que mantuvieron la palabra
como un tesoro más valioso que cualquier tendencia.
Renuncio a la tibieza,
a los vínculos que esquivan el espejo,
a la coreografía perfecta del “todo bien”
cuando todo está roto.
Elijo lo real aunque duela,
lo honesto aunque incomode,
lo profundo aunque me deje sin aire.
Me comprometo a defender mi vuelo,
a no achicar mis alas para entrar en ventanas ajenas,
a no mendigar espacio en territorios que no me abrazan.
A crear mi propio mapa,
mi propia fe,
mi propio modo de incendiar la apatía.
Y si esta época es prestada,
entonces la devuelvo marcada,
con mis grietas, mis búsquedas,
mi coraje, mi desobediencia emocional
y esa bandera íntima que dice
que todavía se puede vivir con sentido.
Porque lo único que realmente poseo
es este pulso que insiste,
esta lucidez que arde,
esta manera mía de no negociar la esencia.
Y con eso —solo con eso—
no busco dejar huella...
busco abrir camino.
Que quien venga detrás
no tenga que pedir permiso para ser.

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