jueves, 29 de mayo de 2025

Gran inversión: "Sanarme"

Antes de amarme, querías sanarme.
Pero yo no necesitaba un médico,
necesitaba un cómplice.
Alguien que no huyera ante mis ruinas,
que no corriera a taparme las cicatrices,
sino que me tomara de la mano
y se sentara a mi lado, en silencio,
cuando ni yo sabía qué decirme.

No me devuelvas el rojo.
No soy un lienzo esperando a ser pintado.
Soy fuego,
soy grieta,
soy carne viva buscando latir sin miedo.
El color no se perdió.
Se quedó quieto, esperando que yo lo eligiera por mí.
Y hoy, lo elijo.Hoy, ME ELIJO.!!!!

❤️‍🩹

martes, 27 de mayo de 2025

La vida sin Internet.( para mí )

Era más simple. Más fluida. Más pensante.
Y no lo digo con romanticismo ciego, sino con la certeza de quien vivió ambas épocas y puede notar las diferencias sin necesidad de filtros ni algoritmos.

Simple, porque si queríamos vernos, lo hacíamos. No había que coordinar cinco horarios distintos ni mandar un mensaje que se pierde entre memes y stickers. Bastaba una llamada, un grito desde la vereda, un timbre. La reunión sucedía sin necesidad de confirmar con un emoji.

Fluida, porque no existía esa ansiedad constante por estar en todo, por no perdernos nada. No teníamos que responder al instante, ni estar disponibles 24/7. Había más espacio para el deseo, para la espera, para el encuentro real. Lo que se hacía, se hacía con presencia. Lo que se hablaba, se escuchaba sin notificaciones interrumpiendo.

Pensante, porque el tiempo era otro. Las ideas nacían en silencio, en los márgenes de un cuaderno, en la repetición de una palabra escrita con birome hasta que cobraba sentido. Había espacio para el aburrimiento, y en ese vacío, la mente jugaba, conectaba, creaba. Hoy, en cambio, buscamos validación externa: le preguntamos a la Inteligencia Artificial si lo que pensamos está bien, si lo que sentimos tiene lógica, si vale la pena expresarlo. A veces, hasta reemplazamos a los amigos por una app que nos conteste con palabras amables.

No niego los avances. Que la tecnología haya acelerado procesos laborales es incuestionable: productividad 11 de 10.
Pero en cuanto a lo humano, a lo emocional, a lo vincular… ahí sí que estamos en deuda. La conexión constante nos ha desconectado de lo esencial.
Nos hablamos más, pero nos escuchamos menos.
Compartimos más, pero sentimos menos.
¿Estamos más cerca… o más solos que nunca?

¿Cuánto de lo que hemos ganado vale realmente más que lo que perdimos?

sábado, 24 de mayo de 2025

#El Superhéroe de mi vida*

Como todas las historias que valen la pena ser contadas, esta comenzó de manera inesperada, casi incoherente, como esas telenovelas de la tarde que uno ve sin querer y terminan atrapándolo.
Un perro lo había mordido. Estaba fastidioso, dolorido, preocupado por las vacaciones que lo esperaban en ese lugar revestido de recuerdos. Entre charla y charla por internet, un día me dijo algo que cambiaría todo:
-Te quiero conocer.
Yo, sorprendida, respondí:
—¿What? 
(Alto... alto, explico
Él vivía a kilómetros de distancia. La situación no era sencilla, pero tampoco imposible)
- Si es por vos todavía estamos chateando nena- < su frase >
Cuando finalmente decidió viajar, ambos cargábamos los mismos miedos: "¿Le gustaré?", "¿Será la misma conexión que por internet?". Eran preguntas que flotaban en el aire del colectivo que lo llevaba hacia ella y viceversa.
Pero él resultó ser diferente. No necesita de grandes palabras para enamorarme, aunque de vez en cuando se le escapa un "te amo" o un "te extraño" que me
 derrite por completo. Su manera de abrazar, con esa paciencia infinita y ese amor silencioso, es antídoto suficiente para todos mis miedos.
Él es mi superhéroe de verdad, de esos que cuando miran, sus ojos denotan mil historias por contar. Es como un remanso de río con sonido de biguá, donde las tormentas más fuertes se transforman en profunda tranquilidad.
Él entró en mi vida sin pedir permiso, y no fue casualidad. Se había tomado su tiempo, pero al final me vió, realmente me miró.
-Nadie apostaba a que fuéramos tan felices —le dijo un día, sonriendo.
Y acá estamos, veintiséis meses después. Cada 23 del mes, lo miro a los ojos y lo vuelvo a elegir, como el primer día, como todos los días...
Porque las mejores historias de amor no son las que empiezan perfectas, sino las que se construyen con paciencia, con abrazos que curan, y con la certeza de que elegirse una y otra vez es el acto más revolucionario que pueda existir...
#adrianablanche #23

viernes, 23 de mayo de 2025

Para quien aún se queda, aunque duela.

A vos, que te estás dejando en pedacitos para sostener lo que ya no te sostiene:
No es normal sentir que amar te consume. No es sano justificar la indiferencia, el silencio, el maltrato emocional, solo porque hay momentos buenos entre tanto vacío. No es amor si duele más de lo que abriga.
Te dijeron que el amor todo lo puede, que si aguantás lo suficiente, va a cambiar. Pero nadie cambia si no quiere, y vos no estás acá para demostrar tu valor a fuerza de sufrimiento.
No estás siendo exagerada. No estás pidiendo mucho. Estás pidiendo lo mínimo: ser mirada con ternura, escuchada con respeto, elegida sin excusas.
No sos egoísta por poner límites. No sos mala persona por querer paz. Te debés esa dignidad que tantas veces relegaste por miedo a perder. Pero lo que se pierde cuando te negás a vos misma… eso también cuenta. Y duele más.
Soltar no siempre es un acto de renuncia. A veces es el gesto más grande de amor propio. No por falta de amor hacia el otro, sino por fin, un poco, de amor hacia vos.
No sos hogar de nadie que solo entra cuando llueve. No sos medicina para quien se niega a sanar.
Te merecés más. Y ese "más" empieza por vos.
Que decidís?
#adrianablanche 
#amorpropio 
#decisionesconscientes

sábado, 17 de mayo de 2025

Lo que se mueve en el silencio.

Lía y Mateo llegaron al claro justo antes del anochecer. No era un viaje común. Habían sido invitados por Alba y Simón, dos amigos que creían que la única forma de descubrir algo profundo era desconectarse del mundo por unos días.

—Este bosque tiene algo raro —les había dicho Alba—. No mágico, no espiritual, pero... te obliga a escucharte. Y a veces, eso basta para cambiar.

La primera noche fue silenciosa. El grupo se acomodó alrededor del fuego. Simón, el más escéptico, rompió el hielo.

—Espero no encontrarme con “mi yo interior” esta noche —rió—. Sólo vine por la caminata y la comida.

Alba le lanzó una ramita con complicidad.

—¿Y si tu yo interior te encuentra primero?

Todos rieron, menos Lía. Ella observaba. No sólo a ellos, también al fuego, a los árboles, a lo que no hablaba.

Más tarde, cuando las estrellas ya formaban caminos en el cielo, Lía habló.

—No es bueno creer al cien por ciento —dijo, sin mirar a nadie—. A veces dejar un margen de duda es tener conciencia de que nada es como parece. Y, al mismo tiempo, de que nada deja de parecer.

Hubo un silencio, distinto al anterior.

—¿Eso no es rendirse? —preguntó Simón, frunciendo el ceño—. Yo creo en lo que se puede comprobar. Todo lo demás es sospechoso.

—Y yo creo en lo que se siente —dijo Alba suavemente—. A veces, lo que no se puede explicar es lo único que permanece.

Mateo tomó una rama, movió las brasas, y dijo:

—Tal vez ninguno tenga toda la razón. La fe sin duda se vuelve fanática. Pero la razón sin misterio... se vuelve fría.

—¿Entonces en qué creemos? —insistió Simón, más serio.

—En lo que se mueve en nosotros cuando todo lo demás calla —dijo Lía—. En eso que no necesita pruebas, pero tampoco impone verdades. En lo que sentimos cuando no estamos ocupados en defender una idea, sino en habitarla.

Esa noche, ninguno durmió igual. Simón no encontró certezas, pero por primera vez en años, sintió algo parecido a curiosidad. Alba soñó con fuego y raíces. Mateo escribió en su libreta cosas que no entendía del todo, pero que necesitaba dejar salir. Y Lía... Lía no buscaba respuestas. Sólo quería seguir escuchando lo que el silencio le contaba.





viernes, 9 de mayo de 2025

Lo que nos mantiene a flote ~



Vivimos en una época donde la velocidad se ha vuelto virtud, y la pausa, casi un acto de rebeldía.
Las formas de comunicarnos han mutado con tal rapidez que lo que ayer era lenguaje, hoy es ruido o anacronismo.
Pareciera que quien no se adapta al ritmo impuesto —por la tecnología, por las redes, por los sistemas— queda rezagado, invisible, fuera de juego.
Las palabras, otrora portadoras de sentido profundo, han cambiado su peso; ahora flotan livianas, intercambiables, a veces huecas.

Frente a este vértigo, cabe preguntarse: ¿qué nos mantiene a flote?
¿Qué ancla permanece cuando todo parece correr sin dirección?

Quizás la respuesta no está en lo externo, sino en una interioridad que se niega a desaparecer.
En ese núcleo humano que, aunque bombardeado por estímulos, aún anhela comprensión, verdad, trascendencia.
Lo que nos mantiene a flote no es la habilidad de seguirle el paso al mundo, sino la capacidad de detenernos a preguntarnos para qué caminamos.
No es la cantidad de palabras que decimos, sino la intención con la que las pronunciamos.

Nos sostiene la conciencia de que hay algo en nosotros que no puede digitalizarse:
la necesidad de sentido, el deseo de 
Vivimos en una época donde la velocidad se ha vuelto virtud, y la pausa, casi un acto de rebeldía.
Las formas de comunicarnos han mutado con tal rapidez que lo que ayer era lenguaje, hoy es ruido o anacronismo.
Pareciera que quien no se adapta al ritmo impuesto —por la tecnología, por las redes, por los sistemas— queda rezagado, invisible, fuera de juego.
Las palabras, otrora portadoras de sentido profundo, han cambiado su peso; ahora flotan livianas, intercambiables, a veces huecas.

Frente a este vértigo, cabe preguntarse: ¿qué nos mantiene a flote?
¿Qué ancla permanece cuando todo parece correr sin dirección?

Quizás la respuesta no está en lo externo, sino en una interioridad que se niega a desaparecer.
En ese núcleo humano que, aunque bombardeado por estímulos, aún anhela comprensión, verdad, trascendencia.
Lo que nos mantiene a flote no es la habilidad de seguirle el paso al mundo, sino la capacidad de detenernos a preguntarnos para qué caminamos.
No es la cantidad de palabras que decimos, sino la intención con la que las pronunciamos.

Nos sostiene la conciencia de que hay algo en nosotros que no puede digitalizarse:
la necesidad de sentido, el deseo de encuentro, la búsqueda de belleza, la memoria afectiva, la ética del cuidado.

En un mundo donde todo tiende a acelerarse, mantenerse a flote es, quizás, un acto de resistencia filosófica:
es afirmar que el valor no siempre reside en lo nuevo, sino en lo verdadero;
que no todo debe ser útil para ser valioso;
y que en medio del ruido, el silencio —cuando es habitado— puede ser el lenguaje más profundo de todos.

No es la "verdad" , tan sólo la verdad de mi pensamiento que se rehúsa a los emojis e invierte en la vuelta de las emociones que se palpan. Estar de acuerdo o no ya es parte de otro juego...
#adrianablanche #pensamientos 
#LoEsencialEsInvisible

domingo, 4 de mayo de 2025

A kilómetros del cuerpo, a centímetros del alma.

No era una historia sencilla. No era la clase de amor que se escribe con mates compartidos todas las mañanas ni con manos entrelazadas en los silencios de la ciudad. Era una épica de los tiempos modernos, donde el amor no caminaba, viajaba.

Kilómetros de asfalto, cielos y ausencias se interponían entre dos cuerpos que no sabían olvidarse. Y aún así, cada mensaje, cada llamada, cada mirada que cruzaba la barrera fría de una pantalla, era un conjuro, una afirmación rotunda: “Estoy. Te elijo. Aunque duela, aunque tarde.”


Ella, de intensidad, de fuego, y él de abrazos como anclas, tenían el corazón hecho de tacto. Ella necesitaba piel, no solo palabras. Pero algo en esa historia le devolvía la fe. Porque él, sin estar, estaba. Porque su amor se notaba en la lejanía, y eso... eso era más real que muchos que han estado siempre al lado y jamás han sabido sentir.


La distancia probaba, tensaba, desafiaba. Pero también tejía puentes, afinaba los sentimientos, dejaba claro lo que era verdadero.


Porque él la amaba a kilómetros, pero se notaba...a centímetros.



viernes, 2 de mayo de 2025

Yo, ancho de espadas y vos?

Un as bajo la manga, y el veneno en la mirada.
Porque la suerte no se ruega… se doma.
A la vida se le dice "¡Quiero retruco, carajo!" y que tiemble el que subestima.
"Como te ven te tratan"... Entonces que te vean peligrosa, indomable, con las uñas afiladas y el alma ardiendo.
Que no sepan si vas a dar un beso o clavar los colmillos.
Pero que sepan que rendirte… no está en tu menú.
Porque vos no viniste a sobrevivir: viniste a incendiar el juego.





El año baja la voz y el corazón habla mas fuerte.

Para mí, la Nochebuena es un umbral, no es solo una fiesta ni un calendario marcando una fecha... es un instante suspendido, don...