El ángel de luz

Aleksei, el protector de los hombres, caminaba por las calles grises de la ciudad, su corazón latiendo con una misión: despertar el alma de aquellos que habían perdido su camino.
Con cada paso, su relicario con el girasol y la inscripción "carpe diem" parecía brillar con una luz suave, recordándole la conexión con su madre y su propia esencia.
De repente, Aleksei se detuvo frente a una figura encorvada, con ojos vacíos y un corazón lleno de espinas y estiércol. La tristeza se apoderó de su piel, pero no se rindió.
Con una mano suave, Aleksei tocó el corazón de la figura, y un girasol comenzó a crecer, su luz y calor iluminando el camino hacia la esperanza.
La figura comenzó a cambiar, su corazón se llenó de luz, y su rostro se iluminó con una sonrisa. Aleksei sonrió también, sabiendo que había cumplido su misión.
En ese momento, se refugió en el recuerdo de estar en el regazo de su madre, sintiendo su caricia constante y amorosa. La conexión con su madre lo fortaleció, y su corazón se llenó de amor y compasión.
Aleksei continuó su camino, sabiendo que había mucho trabajo por hacer, pero con la certeza de que su misión era posible, y que la luz y la esperanza siempre podrían florecer en los corazones de aquellos que habían perdido su camino.

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